Desde pequeño, viendo a mi padre vestir en traje trabajando para una pequeña editorial me di cuenta que quería dedicarme a los negocios. En la universidad fui primero de promoción con catorce matrículas de honor. Hice experiencias internacionales en Europa y en Latinoamérica durante un año y medio. Empecé a trabajar con dieciocho años y con veintiún años tenía todo lo que había soñado: era consultor de negocios, vestía en traje y ganaba más de lo que esperaba. Sin embargo, me sentía vacío y perdido.
Tras una crisis existencial, decidí dejarlo todo: el trabajo, el máster que me pagaba la empresa y todo lo que había construido hasta ese momento. Me daba miedo, mucho miedo. Aún así, salté al vacío. Ahora, con perspectiva, fue una gran decisión. Hasta el momento, he creado ya tres startups. Conecto con el propósito de cada proyecto, aprendiendo y disfrutando del proceso.
Ahora me llena crear nuevos proyectos y generar un impacto positivo en el mundo…